LA AYUDA A LA VIDA DÉBIL COMO DINÁMICA DE CIVILIZACIÓN Y DE FE EN DON ORIONE.
Relación de Don Flavio Peloso en el Congreso de estudios orioninos “Faros de fe y de civilización", Génova, 20-22 junio 2008.
LA AYUDA A LA VIDA DÉBIL
COMO DINÁMICA DE CIVILIZACIÓN Y DE FE EN DON ORIONE
Relación de Don Flavio Peloso
Génova, 20-22 junio 2008
INTRODUCCIÓN
El congreso internacional de estudios orioninos toma el título de la definición “ faros de fe y de civilización ”, dada a los Pequeños Cottolengos, instituciones caritativas de lo más emblemáticas. El subtítulo dice: “ La ayuda a la vida débil como educación a la civilización del amor ” e indica la perspectiva, la dinámica, el valor cultural y civil de la ayuda a la vida débil: “ La ayuda a la vida débil es educación a la civilización del amor ”.
El congreso entiende ofrecer a los participantes, gracias al aporte de expertos en varias disciplinas y ámbitos, un momento de reflexión sobre el tema crucial del servicio a la persona, particularmente a aquella que se encuentra en situación de mayor debilidad y fragilidad. El congreso privilegiará la atención en tres tipologías de personas que experimentan la fragilidad de la vida porque es naciente (vida prenatal, infancia), porque es establemente limitada (por inhabilidad o discapacidad) y porque es en disminución (en la vejez). Son las tres tipologías de personas a las cuales se dirige el servicio realizado por la Familia Orionina en Italia y en una treintena de naciones.
Más allá de sensibilizar sobre el hecho de que la vida, como don de Dios, es “bella” y “digna” de ser vivida en cada momento, el congreso entiende abrir las perspectivas sobre la extraordinaria actualidad y fecundidad civil y eclesial de la “cultura de la vida” como vivida, transmitida y actualizada por San Luis Orione, en el surco de la gran tradición de la Iglesia. Será este el objeto específico de mi contribución.
La particularidad del motivo de estudio está justamente en el buscar hacer emerger cómo la cultura de la vida se desarrolla desde una espiritualidad que da forma a una visión de vida y se expresa en un compromiso concreto y diario en el servicio de los más débiles.
La cultura de la vida, en la perspectiva orionina radicada en la concretización de la caridad cristiana, no nace de consideraciones ideológicas sino del cotidiano encuentro con las distintas expresiones de la existencia humana, sobre todo en sus condiciones de fragilidad, constatando cómo éstas estimulan la creatividad y la consolidación de valores verdaderamente primordiales y de respuestas prácticas siempre más humanizantes.
Es por esto que, como recuerda el título del congreso, las instituciones y actividades de ayuda y promoción de la vida débil son “ faros de fe y de civilización ”. Mientras alcanzan el objetivo principal de ayuda a la vida débil , ellas constituyen también un recurso y una ayuda a la sociedad débil porque en algunos contextos está “ en crecimiento ”, en otros está “ limitada ” por condicionamientos permanentes y en otros todavía está “ en disminución ”.
“ El servicio a la vida débil” es un auténtico reconstituyente civil, porque activa, en quien es ayudado y en quien ayuda, el círculo vital del amor en sus dinámicas inseparables de necesidad/gratuidad, pregunta/respuesta, soledad/comunión, bien recibido/bien donado.
Benedicto XVI pone un criterio para evaluar madurez y debilidad de una sociedad en Spe salvi 38: “ La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad. Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana ”.
CULTURA DE LA VIDA Y CULTURA DE LA MUERTE : UN PRODIGIOSO DUELO
La encíclica “ Evangelium vitae ” llama la atención sobre “la impresionante multiplicación y agudización de las amenazas a la vida de las personas y de los pueblos, especialmente cuando ésta es débil e indefensa. A las tradicionales y dolorosas plagas de la miseria, del hambre, las enfermedades endémicas, la violencia y las guerras, se añaden otras, con nuevas facetas y dimensiones inquietantes” (N° 3).
Amenazas a la vida
Cuáles son las “nuevas facetas” y las nuevas “dimensiones inquietantes” de las amenazas a la vida? La vida humana se ha visto siempre rodeada de peligos, amenazas de violencia y de muerte. Pero hoy, no se trata solamente de amenazas que provienen del exterior, de las fuerzas de la naturaleza o de los “Caín” que asesinan a los “Abel”. Hoy las amenazas a la vida vienen, sin más, programadas en forma sistemática y científica, socialmente justificadas y legalmente reguladas.
Existe la violencia ejercida sobre millones de seres humanos que están bajo el umbral de la pobreza y mueren de hambre, el comercio escandaloso de armas que continúa a pesar de tantas denuncias, los desequilibrios económicos, la explotación en el trabajo a costa de la propia vida, y tantas “estructuras de pecado” que son tales porque consciente y voluntariamente ofenden la vida humana. A veces se llega al punto de considerar expresión de progreso y de civilización la muerte pedida, provocada o dada violentamente, como en el caso del aborto y de la eutanasia. Desde sus fases iniciales hasta sus últimos momentos la vida humana sufre el incomprensible asedio de los mismos seres humanos.
Interpelados por Dios, amante de la vida
Frente a tal realidad no podemos permanecer indiferentes como hombres, como cristianos y como miembros de la Familia Orionina , animada por el humanismo cristiano, que Don Orione ha vivido y ha transmitido como preciosa herencia. Es un humanismo que nos hace valorar, defender y desarrollar todo lo que hay de positivo en la vida de las personas, en las cosas y en la historia, creer en la fuerza del bien y comprometernos a promoverlo más que a lamentarnos del mal, amar la vida y todos los valores humanos que en ella se encuentran.
Debemos sentirnos interpelados por el Dios amante de la vida. Si la vida humana surge del Espíritu mismo de Dios, si es soplo divino, si hemos sido creados a su imagen y semejanza, necesariamente sobre nuestra existencia aletea el amor divino. Dios ama a todos los seres. No puede odiar nada de cuanto ha creado amorosamente.
Contra aquello que puedan pensar los que viven con la oscura convicción de que Dios constituye una amenaza para el ser humano y una presencia opresora, que es necesario eliminar para vivir y gozar más plenamente de la existencia, nosotros queremos proclamar nuestra fe en Dios como el mejor amigo del hombre y el defensor más seguro de su vida. “ Tú amas todo lo que existe y no desprecias nada de cuanto has creado– escribe el autor del libro de la Sabiduría - ; si hubieras odiado algo, no lo habrías creado. Y cómo podría subsistir algo si tú no quisieras? O conservarse si tú no lo hubieras llamado a la existencia? Tú cuidas de todas las cosas porque todas son tuyas, Señor, amante de la vida; ya que tu espíritu incorruptible está en todas las cosas” (Sab. 11,24-12,2).
El Papa Benedicto XVI advierte que “La vida humana es una relación. Sólo podemos tener la vida en relación, no encerrados en nosotros mismos. Y la relación fundamental es la relación con el Creador; de lo contrario, las demás relaciones son frágiles. Por tanto, lo esencial es escoger a Dios. Un mundo vacío de Dios, un mundo que se olvida de Dios, pierde la vida y cae en una cultura de muerte. Por consiguiente, escoger la vida, hacer la opción por la vida es, ante todo, escoger la opción-relación con Dios”.(1)
Es el amor de Dios el que nos empuja a amar la vida, a promoverla con un servicio responsable, a defenderla con esperanza, a anunciar su valor y su sentido, especialmente a los más débiles e indefensos, a cuantos van a la deriva entre el vacío y la inquietud.
El Evangelio de la vida
La Iglesia ha recibido el Evangelio de la vida y es enviada a anunciarlo y hacerlo realidad. Tal vocación y misión requiere la acción generosa de todos sus miembros, también de la Familia Orionina. “Todos juntos sentimos el deber de anunciar el Evangelio de la vida, de celebrarlo en la liturgia y en toda la existencia, de servirlo con las diversas iniciativas y estructuras de apoyo y promoción ”.(2)
Frente a tantas solemnes proclamaciones a favor de la vida, que coexisten junto a profundos comportamientos anti-vida, nuestro servicio debe testimoniar y anunciar su valor, comprometerse a defenderla y promover una auténtica cultura de la vida.
En ayuda de la vida de los débiles
Preciosa y digna de respeto es cada vida humana. En consecuencia, se justifica no sólo la vida sana, útil, feliz, sino también aquella del anciano inválido. No sólo es preciosa la vida de los poderosos, lo es también la vida de los pobres, de los abandonados, de los débiles.
Como Iglesia, como hijos e hijas de Don Orione nos sentimos particularmente llamados a proteger y hacernos cargo de la vida débil. Que más allá del 55% de las instituciones sanitarias asistenciales en Europa estén gestionadas por instituciones cristianas es un índice de que el cristianismo está vivo.
Pero existe un desafío por superar. Don Orione lo resumía así: “ debemos pasar de las obras de caridad a la caridad de las obras ”. El discurso es clarísimo, aquí está la cuestión: la cualidad de “ charitas ” (comunión de Dios) – que equivale a la cualidad de “ humanitas ” – que logramos introducir en las instituciones caritativas. Sólo con esta condición nuestras obras de ayuda a la vida – personal, familiar e institucional – pueden ser “faros de fe y de civilización”.
LA AYUDA A LA VIDA DÉBIL EN UN CONTEXTO DE SECULARIZACIÓN DE LA ASISTENCIA (3)
El desafío de “ pasar de las obras de caridad a la caridad de las obras ” a fin de que éstas sean “faros de fe y de civilización ” hoy se coloca dentro de un contexto de secularización y de laicización de la asistencia.
1) La laicización de la asistencia (nota histórica)
Hasta la última década del 1700, las obras de asistencia estaban prácticamente reservadas a la actividad caritativa de la Iglesia , desarrolladas sobre todo por medio de las congregaciones religiosas, las confraternidades y otras instituciones de inspiración o pertenencia eclesiástica.
Con la revolución francesa la laicización de la asistencia se transformaba en un fundamento del programa político-social. Con la nacionalización del patrimonio eclesiástico (1790), con la supresión de las Órdenes religiosas (1792) y con la nacionalización de los hospitales (1793) la Iglesia perdía en Francia y sucesivamente en Europa y en las Américas los instrumentos que por siglos le habían servido para hacer caridad. No sólo religiosos y sacerdotes fueron alejados de los centros de asistencia o de los puestos de responsabilidad, sino que gradualmente, a partir de la cuarta década del ochocientos, los gobiernos no toleraban objetivos de tipo religioso en la asistencia a los pobres.(4)
La Iglesia ganó en libertad, si bien con más dificultad para encontrar recursos: hecho del cual hay que alegrarse.
Creció el protagonismo estatal en el campo de la asistencia, visto como deber y tarea de justicia política: otro hecho del cual alegrarse.
La asistencia estatal se hizo fuertemente ideologizada culturalmente (según objetivos, valores y personas dominantes) económicamente (ayuda económica subordinada a los objetivos dominantes): de este fenómeno, en parte inevitable, hay un poco menos de qué alegrarse.
La asistencia como empresa privada de lucro e inversión económica constituye la última y actual fase de la laicización de la asistencia. Pero antes de hablar de esto quisiera detenerme en un capítulo interesante y ejemplificador del encuentro que hubo entre Don Orione y la asistencia estatal laica.
2) C óm o se movió Don Orione en Messina y en la Mársica (nota orionina)
Don Orione hubo de confrontarse con la evolución de la asistencia que era cada vez más laica. En la ayuda a la gente del terremoto calabro-sículo (1908-1912) y de la Mársica (1915)(5) él hizo la experiencia de que la solidaridad y la asistencia no eran un campo de actividad reservado a la Iglesia o predominantemente desarrollado por instituciones religiosas. A la secularización de la sociedad, la seguía, quizás con un cierto atraso, la secularización o laicización de la asistencia social.
Sobre los escombros de las ciudades destruídas, Don Orione encontró las actividades del Patronato “Reina Elena”, una institución humanitaria laica bajo la protección de la Casa real y con la condesa Gabriella Spalletti Rasponi como presidente. El Ministerio del Interior tenía sus propios funcionarios encargados de la ayuda, el prefecto Trinchieri en Messina y Ernesto Campese en Avezzano. Para reunir ayuda convocaron organismos laicos del extranjero – algunos de ellos de militancia contraria a las motivaciones religiosas. Nuestro fundador entró en contacto con la Asociación Nacional para el Mediodía de Italia que reunía las mayores personalidades de la cultura italiana (Zanotti-Bianco, Gallarati Scotti, Von Hughel, Franchetti), asociaciones protestantes y masónicas.(6)
En suma, Don Orione encontró una realidad de asistencia muy laica y diversificada, donde la asistencia religiosa era una entre tantas , tanto que Pío X le dijo: “Te harás dos veces el signo de la cruz, y luego vas de la Spalletti y te llevas los huérfanos”(7) . Ahora bien, Don Orione no sólo se puso a colaborar activamente “como sacerdote” con todas las personas que trabajaban en la asistencia, sino que se transforma en su referente moral. Llega a ser el primer colaborador de la Spalletti al punto que después Pío X le hizo los cumplidos: “Usted llegó a ser el primer santo del calendario de la Spalletti ”. Y Don Orione comentó: “ La expresión me hizo temblar porque la Spalletti tiene pocos santos católicos en su calendario ”.(8)
Del laicista Patronato Reina Elena fue nombrado, sin más, Vice-Presidente tanto en Messina como en la Mársica. Colaboró intensamente con el Estado. En Messina, padeció muchas situaciones dolorosas y sus opositores sospechaban de él porque frecuentaba a los exponentes del pensamiento modernista.(9) Llega a ser el coordinador de la ayuda proveniente del mundo eclesial, fue el referente de la caridad del Papa, movilizó numerosas congregaciones religiosas para ayudar a quien había perdido todo, en la asistencia a los heridos, en la educación de los huérfanos. Pío X lo nombró Vicario general de Messina donde permaneció por 3 años.
Cuanto Don Orione hizo en aquel contexto de Messina y de la Mársica tiene algo para decirnos también hoy. Nos habla de coraje y de iniciativa, de diálogo con todos y de identidad irrenunciable, del dinamismo laico y religioso del “ hacer el bien siempre, el bien a todos, el mal nunca, a nadie” .
3) Asistencia profit, no profit, voluntaria… y misionera (nota de actualidad)
La asistencia, respecto a aquellos tiempos de Don Orione, fue secularizándose cada vez más. Es siempre menos una misión realizada por motivos religiosos. Al protagonismo estatal en el campo de la asistencia, desarrollado siempre más en las naciones de forma democrática, hoy se ha agregado el protagonismo “privado”. En el campo de la asistencia, hoy, están comprometidos tres nuevas gruesas columnas de protagonistas “privados”:
1) las empresas profit que hacen del servicio asistencial una fuente de ganancias gestionando el dinero destinado a la asistencia de los particulares o del Estado. La calidad de los servicios y de humanidad de estas formas de asistencia está fuertemente condicionada por las leyes de la ganancia. Generalmente son empresas que prescinden de aspectos y finalidades éticas y religiosas, aunque a veces lo tienen en cuenta para el marketing de manera de hacer atractiva la empresa.
2) las empresas no profit a menudo se caracterizan por motivaciones éticas y solidarias; no persiguen ganancias, pero retienen del servicio asistencial todo lo que sirve para la estructura y para las personas de la empresa.(10)
3) el voluntariado , asociado e individual, autónomo o sostenido por otras instituciones asistenciales; el voluntariado es tal cuando se da en la absoluta gratuidad.
4) “ Hacernos el sigo de la cruz y arrojarnos en el fuego de los nuevos tiempos”
En este contexto de secularización de la solidaridad, nosotros religiosos y laicos movidos por motivaciones religiosas, sufrimos un poco de crisis de identidad que se transforma a veces en crisis de inutilidad: qué hacemos si esta responsabilidad corresponde al Estado o a los privados? Soluciones del tipo “regreso a la iglesia y a la sacristía” (“dediquémonos a hacer de cura”) aparecen siempre más justificadas. Hoy, la secularización de la caridad, de una parte, y las urgencias de la pastoral, de la otra, hacen pensar que los tiempos han cambiado y que es hora que sacerdotes, religiosos y también “laicos comprometidos” se dediquen a la pastoral en las parroquias, a la formación espiritual y dejen al Estado y a las empresas privadas las obras educativas y asistenciales.
Esta justificación – que quizás se podría mejor llamar tentación – nos toca también a nosotros, Orioninos, que somos por definición “ curas de estola y de trabajo ”,(11) con “ espiritualidad de mangas arremangadas ”,(12) es decir, encarnada, “ santos de la Iglesia y de la salvación social ”.(13)
El Magisterio de la Iglesia repite que “ l a Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad así como no puede dejar los Sacramentos y la Palabra ” ( Deus caritas est 22 ) porque existe “ un feliz vínculo entre evangelización y obras de caridad ” ( Deus caritas est 30) y “s ervir a los pobres es un acto de evangelizaci ó n” ( Vita consecrata 82 ).(14)
“La caridad no es para la Iglesia una especie de actividad de asistencia social que se podría también dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza, es expresión irrenunciable de su misma esencia” ( Deus caritas est 25a).
“Las organizaciones caritativas de la Iglesia , sin embargo, son un opus proprium suyo, un cometido que le es congénito, en el que ella no coopera colateralmente, sino que actúa como sujeto directamente responsable, haciendo algo que corresponde a su naturaleza. La Iglesia nunca puede sentirse dispensada del ejercicio de la caridad como actividad organizada de los creyentes” ( Deus caritas est 29 )
Don Orione, en tiempos pasados, las Constituciones y los Capítulos generales recientes nos han dado indicaciones para que sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos hagan apostolado mediante las obras de caridad.(15)
La secularización de la asistencia es un hecho con el cual debemos confrontarnos. Don Orione diría que debemos “ hacernos el signo de la cruz y arrojarnos en el fuego de los tiempos nuevos por amor a Jesucristo, al pueblo, y también por amor al País ”,(16) como él hizo frente a los fenómenos de la democracia, de la cuestión obrera, de los nuevos métodos y de la modernidad de “bautizarlos en Cristo”.
En la confrontación de la secularización de la asistencia, se trata de superar comportamientos sea de “descalificación”, sea de “sujeción” (sentido de inferioridad) y sea de “auto-marginación” en la comparación con los agentes laicos, públicos y privados.
Reflexionando sobre este tema y mirando a Don Orione, me parece útil indicar tres principales dinamismos que deben estar en la base de la acción caritativa en ayuda a la vida débil en el actual contexto social.(17)
DINÁMICAS DE OBRAS “FAROS DE FE Y DE CIVILIZACIÓN”
1. Dinámica espiritual
Don Orione es un santo, es decir un hombre de Dios. Un acto de fe guía y sostiene el compromiso de solidaridad y la ayuda hacia los más débiles y desventajados de la sociedad: ellos son los predilectos de Dios. "Dios ama a todas sus creaturas, pero su Providencia no puede no preferir a los míseros, los afligidos, los huérfanos, los enfermos, los atribulados en toda forma, después de que Jesús los elevó al honor de hermanos suyos (...) El ojo de la Divina Providencia está, de manera especial, vuelto hacia las creaturas más desafortunadas y desamparadas" ( Lettere II , p.224).
Este dinamismo podría resumirse en la notable expresión de Don Orione: “ Ver y servir a Cristo en el hombre ”. Antes de la acción hacia quien tiene necesidad de cuidado, en Don Orione prima la contemplación de la “imago Dei”, por lo cual el “servicio” al prójimo y el “culto” a Dios resultan no tener límites tan precisos y separados, más bien se relacionan y refuerzan recíprocamente.
Don Ignazio Terzi, en sus recuerdos personales sobre Don Orione, ha anotado haber visto en él el mismo sentido de adoración frente a la Eucaristía , frente a los Obispos y delante de los Pobres.
Los pobres, los discapacitados, los “ deshechos de la sociedad” eran llamados por Don Orione, sin retórica, " nuestros tesoros ", nuestras " perlas ", nuestros " patrones " (el patrón de casa: nombre reservado también a Jesús eucaristía!). " Nuestros queridos pobres... no son huéspedes, no son asilados, son patrones, y nosotros sus siervos, así se sirve al Señor ".(18)
Don Orione tiene del pobre un concepto muy realista – de mangas arremangadas, sin vuelos poéticos y sentimentales - y contemporáneamente una visión casi sagrada ("en el más miserable de los hermanos brilla la imagen de Dios", "ver y servir a Cristo en el hombre", "quien da al pobre da a Dios" ). «Cada vez que han hecho estas cosas a uno solo de estos hermanos míos más pequeños – asegura Jesús -, me lo han hecho a mí» ( Mt 25, 40).
“Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, –observa Benedicto XVI- , podré ver siempre en el prójimo solamente al otro, sin conseguir reconocer en él la imagen divina” ( Deus caritas est 18).
En el servicio a las personas probadas por el dolor, es necesario alimentar la conciencia de que allí, en aquella vida, hay un signo especial de Dios, de su Providencia, del valor absoluto de la vida. Esto sugiere y renueva actitudes de gran respeto, de verdadero servicio (dar a ellos lo mejor!), de verdadera relación, un “dar y recibir”.
“ Tantas veces he como entrevisto a Jesús, en los más rechazados y más infelices”,(19) afirmó Don Orione fuera de metáforas. Nos hace pensar en la contemplación de Miguel Ángel que “veía” el Moisés dentro de la roca de mármol aún sin forma y su acción estaba vuelta – y sostenida en la fatiga – a “sacarlo fuera”, a hacerlo emerger. La acción de ayuda, en sus diversos momentos y ámbitos, siempre tiene necesidad de contemplación, de visión de la imago Dei dentro de un cuerpo naciente, limitado o en disminución. Solo así se supera el materialismo y la falta de sentimientos en el servicio rutinario a la persona débil y necesitada.
Desarrollar la “presencia divina en el hombre”, raíz última de la dignidad de cada persona: éste es el noble motivo del actuar en ayuda de quien está débil y necesitado de sostén. De aquí derivan las actitudes de auténtico respeto, de cuidado, de devoción, de iniciativa en el bien.
Por esto, la ayuda a la persona no es sólo cuestión de técnicas y de metodologías; es cuestión de relación, de amor que pone al centro a la persona y su desarrollo integral: espíritu, mente y corazón. "Yo no les encomiendo las máquinas – escribía refiriéndose a un instituto educativo – les encomiendo las almas de los jóvenes, su formación moral, católica e intelectual. Cuiden el espíritu, cultiven su mente, eduquen su corazón!" .(20)
La personalización de los servicios , que hoy guía la lógica de las intervenciones de ayuda, no pide sólo la adecuación de los servicios a la persona, sino que pide que promuevan a la persona en su originalidad y en sus potencialidades físicas, psíquicas, afectivas y espirituales.
2. Dinámica civil
Quien conoce a Don Orione, su visión abierta, su sentido del pueblo y de la sociedad, sabe que entendía las obras de caridad como un instrumento más que como un fin, un vehículo más que una meta. Las concebía como obras “fermento”, obras “sal” en la sociedad, obras que hablan de la providencia de Dios y hacen levar de humanidad el vivir civil, las costumbres, la cultura.
Una obra de caridad no está, para Don Orione, concebida y modelada sólo en función de sus residentes, sino mirando a la ciudad. “ El Pequeño Cottolengo de Génova – anunciaba – llegará a ser la ‘ciudadela espiritual de Génova'. Mucho más que el faro que está sobre las piedras del puerto! El Pequeño Cottolengo será un faro gigantesco que expandirá su luz y su calor de caridad espiritual incluso más allá de Génova y más allá de Italia” (LI 53, 7).
Esto será posible si en el Pequeño Cottolengo, como en toda otra obra de caridad al servicio de la vida débil, tendrá luz en su interior, es decir, calidad de vida, fe, amor fraterno, vida bella, pero también si tendrá dinámicas de relación con la ciudad, con personas y lugares que costituyen el entramado civil del cual la obra es parte y al cual está destinada según su fin último.
Caridad y anuncio, caridad y cultura, caridad y política se solicitan mutuamente. En realidad, si una obra se encierra en sí misma y no se da a conocer, si no se comunica favoreciendo relaciones con familias, amigos, parroquias, organismos laicos, sociedad civil... es como si no existiera, pierde su dinámica de “faro” que tiene como fin iluminar hacia afuera, lejos.
Más allá que hacer el bien, es necesario por lo tanto encontrar el lenguaje para decirlo al mundo, ciertamente con un justo pudor en el cuidado de nosotros mismos y con gran delicadeza con respecto a quien recibe el bien pero también con convicción y decisión, poniendo en el centro al pobre y la experiencia de vida nueva y de nueva civilización que se desarrolla cuando está construída a partir de los más débiles y de la ley fundamental del servir y del amar.
Creo que hay que insistir sobre este significado y dinamismo civil de las instituciones de ayuda a la vida débil. En cierto sentido, no es verdadera caridad aquella de una obra que no se dice, que no es visitada por ninguno, que no viene comprendida ni explicada al hombre de hoy. Si la obra no es también noticia, “buena nueva”, experiencia y anuncio de civilización más justa y más humana – “ faro de civilización ”, para decirlo con Don Orione – le faltaría alcanzar plenamente su fin de “reconstituyente social”, de energizante para nuestra sociedad demasiado débil.
Es la dinámica – humilde y potente – que Jesús ha anunciado cuando dijo: “No se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa” (Mt 5, 15). Esto para todos, para toda la sociedad, este “fuera de la sacristía” es típico de Don Orione y une fe en Dios, caridad hacia el prójimo, pasión social: “Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo” (Mt 5, 16).
Junto a la Colonia agrícola de Cúneo, Don Orione quiere también un grupo de huérfanos, no todavía en edad de trabajar, pero que serían preparados para ser útiles en la sociedad. Escribía en el Boletín: “ Para quien todavía no nos conoce, está bien que se sepa que la nuestra no es solo una obra de fe y de beneficencia, y que el Instituto de Cúneo no es un simple asilo de huérfanos, sino que quiere ser –también y más – obra de utilidad pública y social ”.(21)
En 1908, Don Orione abrió una parroquia en Roma, “en la Patagonia fuera de Porta San Giovanni donde está todo por hacer”, como le dijo Pío X. Este año es el centenario de la parroquia de Ognissanti. A Don Orione se lo recuerda con una campanilla en una mano y caramelos en la otra rodeado de muchachos, la misa en el establo de los caballos y otras florecillas. Pero es interesante ver como plantea las actividades: a aquellas de culto pone al lado las de asistencia social. A don Giuseppe Adaglio – que debía preparar los locales - recomendaba “no encerrarse solamente en la Iglesia y el Oratorio festivo” y daba una lista de varias actividades.(22)
Escribe al Provincial del Brasil acerca de la acción de un cohermano párroco en San Pablo: “Es necesario hacer, necesario hacer bien, es necesario hacer más en San. Pablo, mucho, pero mucho más! Por eso quiero que don Mario (Ghiglione) no se acurruque, que no se encierre en sí mismo, ni que se limite a las funciones de la iglesia. Debe arrojar fuera aquella especie de cobardía que no lo hace un sacerdote completo, sino más bien defectuoso. No le digo que no tenga prudencia, pero quiero y le pido tener más espíritu, tener más actividad social. Y si es párroco, haga de párroco, no solo en la iglesia, sino también en la vida social de la parroquia; que vaya afuera, cumpla su misión también afuera y se haga conocer, permaneciendo sacerdote y religioso y edificando a todos” .(23)
Es necesario un serio encuentro con el Estado y su legislación . En los 30 Países en los cuales estamos presentes, estamos llamados a asumir e interpretar las leyes según nuestro espíritu y finalidad, y contribuir a corregirlas y promoverlas valientemente. Hoy se habla de la dimensión cultural y política de la caridad, de “testimonio profético silencioso y, a la vez, en elocuente protesta contra un mundo inhumano” ( Caminar desde Cristo 33). Para tal fin debemos organizar redes y colaborar entre nosotros y con otras instituciones de inspiración cristiana.(24) Don Orione no tenía miedo de aceptar subsidios del Estado o de involucrar a los responsables civiles en las estructuras y empresas de bien, a pesar de ser celoso de la libertad de su propuesta y de la calidad cristiana del servicio. Sabía también intervenir, sugerir o criticar a nivel político.
Además se da una atenta confrontación con todas las instituciones de asistencia . Se puede sacar beneficios para mejorar la calidad del servicio. Don Orione sabía asumir y “aprender” métodos y medios en el campo asistencial y educativo que venían del mundo laico. “También en aquellas formas, aquellos usos que a nosotros pueden parecernos demasiado laicos, respetémoslos, y adoptémoslos, si es necesario, sin escrúpulos, sin pequeñez de cabeza: es necesario salvar la sustancia! Esto es todo. Los tiempos corren velozmente, y son un poco cambiantes y nosotros, en todo aquello que toca la moral, la doctrina y la vida cristiana y de la Iglesia , debemos andar y caminar con los tiempos y caminar a la cabeza de los tiempos y de los pueblos, y no a la cola”.(25)
En el encuentro con instituciones laicas y seculares Don Orione no temía contaminarse, más bien veía una posibilidad de meter el buen fermento del Evangelio. Era la caridad la que transformaba los encuentros con los pobres o con cuantos se ocupaban de los pobres y sus casas llegaban a ser por esto “ faros de fe y de civilización ”.
3. Dinámica apostólica
Para Don Orione y para el Orionino, apostolado significa “ dar con el pan del cuerpo, el divino bálsamo de la Fe ”(26) o, fuera de la simbología, “ llevar a los pequeños, los pobres, el pueblo a la Iglesia y al Papa, para instaurare omnia in Christo, y esto mediante las obras de caridad ”.(27) El dolor, las miserias, los sufrimientos sanados, consolados, amados son un signo que manifiesta la presencia providente de Dios, que "ha creado al hombre para la vida" y quiere que sus hijos "tengan vida y la tengan en abundancia".
Ésta ha sido la manera con la cual Jesús ha revelado al Padre y ha cumplido su misión: "Vayan y digan a Juan esto que oyen y ven: los ciegos recuperan la vista, los paralíticos caminan, los leprosos son sanados, los sordos escuchan, los muertos resucitan, a los pobres se les predica la buena nueva" (Mt 11,4-5).
"Después de estos acontecimientos... lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos. Entonces ( después de la multiplicación de los panes) la gente, al ver el signo que acababa de hacer, comenzó a decir: Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo!" (Jn. 6,2-14).
Resumiendo esta dinámica apostólica cristiana, Evangelium vitae 2 afirma: “ El Evangelio del amor de Dios al hombre, el Evangelio de la dignidad de la persona y el Evangelio de la vida son un único e indivisible Evangelio ” .
Don Orione, que ha sido un buen cristiano, ha seguido el ejemplo de Jesús, ha sido sacerdote, ha evangelizado mediante actitudes y acciones de caridad hacia los pequeños, los pobres, los últimos.
Oportunamente, Juan Pablo II – tomando una expresión del Papa Luciani - lo ha definido " el estratega de la caridad" , porque las obras de misericordia constituían su estrategia apostólica y la de su pequeño “ejército de la caridad”".
Escuchemos algunos pasajes de la sencilla catequesis de Don Orione acerca del valor apostólico de la caridad.
"Abramos a mucha gente un mundo nuevo y divino; inclinémonos con caritativa dulzura a la comprensión de los pequeños, de los pobres, de los humildes" .(28)
" El pueblo quiere ver la realidad. No es entonces solamente el cura con la estola al cuello quien puede hacer el bien, sino también el cura que trabaja" .(29)
"Buscar y remediar las llagas del pueblo, buscar las enfermedades: salirles al encuentro en lo moral y en lo material. De esta manera nuestra acción será no solamente eficaz, sino profundamente cristiana y salvadora. Cristo fue al pueblo. Levantar al pueblo, mitigar los dolores, sanarlo. Debemos tener al pueblo en nuestro corazón. La Obra de la Divina Providencia es para el pueblo. Eviten las palabras: de palabras tenemos los bolsillos llenos" .(30)
Es necesario hacer al menos una alusión al encuentro entre caridad y anuncio de Cristo, entre servicio y fe. Un servicio funcional al proselitismo? Un servicio que prescinde de la fe?
Benedicto XVI responde a quien piensa que “la acción caritativa deba, por decirlo así, dejar de lado a Dios y a Cristo. Siempre está en juego todo el hombre. Con frecuencia, la raíz más profunda del sufrimiento es precisamente la ausencia de Dios. Quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás la fe de la Iglesia. Es consciente de que el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar. El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor”. ( Deus caritas est 31c).
Podemos recordar un hecho simbólico al cual Don Orione dio relevancia para hacer comprender el dinamismo propio de la caridad que une servicio y anuncio de la fe. Contó la conversión de una mujer anciana convertida en el Pequeño Cottolengo de Claypole, la cual explicó: " cómo puedo no creer en la fe y en la religión de la Hermana que duerme en el piso, cerca de mi cama y que se levanta 20-30 veces cada noche para darme de beber o para servirme… más que si fuese mi hija? (...) Ven? – concluía Don Orione - , aquella mujer fue empujada a la fe por la caridad sobrehumana de la religiosa".(31)
Su catequesis era simple: " Estamos en tiempos en el cual si ven al cura solamente con la estola no todos le están detrás, pero si en cambio ven alrededor de la sotana del cura a los viejos y los huérfanos entonces los arrastra... la caridad arrastra... La caridad mueve y lleva a la fe y a la esperanza. Muchos no saben comprender la obra de culto y entonces será necesario unir a ella la obra de caridad" .(32)
" Salvatore Sommariva me ha dicho: -No creía en Dios, pero ahora creo porque lo he visto en las puertas del Cottolengo ".(33) Esto se corresponde con lo que afirmaba San Agustín “Ves la Trinidad si ves el amor”, recordado por Benedicto XVI en Deus caritas est 19.
A Don Adaglio, daba directivas para el inicio de la Pequeña Obra en Palestina: " Si se quiere mantener católico un país o hacerlo católico, el camino más breve y más seguro es el de hacerse cargo de los huérfanos y de la juventud pobre y crear obras, obras, obras de caridad. Es necesario que sobre cada uno de nuestros pasos se cree y florezca una obra de fraternidad, de humanidad, de caridad purísima y santísima, digna de hijos de la Iglesia nacida y surgida del Corazón de Jesús:hacen falta obras de corazón y de caridad cristiana. Y todos creerán! La caridad abre los ojos a la Fe y enfervoriza los corazones de amor hacia Dios" .(34)
Don Terzi ha contado que, todavía laico, formaba parte de un grupito de jóvenes universitarios que eran acompañados por Don Orione en una visita al Paverano. Don Orione, después de haberlos dejado para entretenerse con distintas personas de la ciudad, les dijo a ellos: " Ven que esta obra es ciertamente para estos pobres que son asistidos, pero, querría decir todavía más, es por aquellos que están allá, para que vean y aprendan la caridad y se acerquen a Dios ".
CONCLUSIÓN
Concluyo este llamado a las dinámicas que hacen “faros de fe y de civilización” la ayuda a la vida débil, recordando que ellas van estructuradas en nuevas modalidades de conducción de las obras de caridad por parte de los organismos de la Iglesia y de nuestras comunidades religiosas. Es un gran desafío para lograr. Estas nuevas modalidades de conducción de las obras caritativas católicas, en las cambiantes condiciones sociales y normativas, ha sido objeto de la reciente Asamblea plenaria del Pontificio Consejo “ Cor unum ”. Al término de la Asamblea Benedicto XVI ha resumido el desafío transformándolo en un mandato espiritual y organizativo: “ La ayuda que la Iglesia ofrece no debe reducirse jamás a un gesto filantrópico, sino que debe ser tangible expresión del amor evangélico”.(35)
Esta es una línea central del camino de la congregación de los Hijos de la Divina Providencia para el sexenio 2004-2010 y de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad comprometidas a elaborar e implantar nuevos modelos de comunidades apostólicas.
“Ser expresión tangible del amor evangélico”: “ Así se explican las grandes estructuras de acogida, hospitalidad y asistencia surgidas junto a los monasterios. Se explican también las innumerables iniciativas de promoción humana y de formación cristiana destinadas especialmente a los más pobres de las que se han hecho cargo las Órdenes monásticas y Mendicantes primero, y después los diversos Institutos religiosos masculinos y femeninos a lo largo de toda la historia de la Iglesia. Figuras de Santos como Francisco de Asís, Ignacio de Loyola, Juan de Dios, Camilo de Lelis, Vicente de Paúl, Luisa de Marillac, José B. Cottolengo, Juan Bosco, Luis Orione, Teresa de Calcuta —por citar sólo algunos nombres— siguen siendo modelos insignes de caridad social para todos los hombres de buena voluntad. Los Santos son los verdaderos portadores de luz en la historia, porque son hombres y mujeres de fe, esperanza y amor ”. (36)
Hombres y mujeres, personas e instituciones que viven la “caridad social” son verdaderamente “ faros de fe y de civilización ”.
NOTE
_______________
(1)Discurso al Clero de Roma, 2 marzo 2006.
(2) Evangelium vitae 79.
(3) Aquí usaré los términos obras de caridad y asistencia en el sentido amplio de servicio a la persona , comprendiendo la amplia gama de servicios educativos (escuelas, oratorios, pastoral juvenil, etc.), asistenciales, rehabilitativos, personales y sociales, materiales y espirituales; en el sentido amplio de aquel listado (abierto) de 54 obras indicadas por Don Orione en un manuscrito del 1936, cuando debía presentar a la autoridad eclesiástica las obras que habría desarrollado la Pequeña Obra de la Divina Providencia. Cfr Const. 120.
(4) Cfr. Giuseppe Butturini, Breve storia della carità. La Chiesa e i poveri . Gregoriana, Editrice, Padova, 1989; L. Mezzadri, L. Nuovo, Storia della carità , Jaka Book, Milano, 1999.
(5) Es interesante “mirar” a Don Orione siguiéndolo en estos dos capítulos de vida muy significativos y emblemáticos para sacar su estilo, sus criterios, las opciones prácticas, sus “lecciones” sobre el modo de “hacer caridad”. Don Orione e la Piccola Opera della Divina Provvidenza, Roma , el vol. V está dedicado al terremoto calabro-sículo y el vol. VI está dedicado al terremoto de la Mársica. Sobre estos acontecimientos cfr. G. Papasogli , Vita di San Luigi Orione , p.180-228.
(6) No pocos de estos protagonistas laicos de la solidaridad terminarán por entrar no sólo en la órbita caritativa de Don Orione sino también en la de la fe católica. “Si todos los curas fueran como Don Orione, yo también me haría cristiano”, dijo públicamente el hebreo Franchetti; VI, 425.
(7) Proceso Apostólico de Pio X, XVIII, pag. 648.
(8) DOPO, V, 77.
(9) Cfr M. Busi, R. De Mattei, A. Lanza, F. Peloso, Don Orione negli anni del modernismo . Jaca Book, Milano 2002
(10) Mons. Giuseppe Betori, secretario de la Conferencia Episcopal Italiana, observaba con satisfacción que sólo el 4% del dinero destinado a proyectos de solidaridad va para el mantenimiento de las estructuras de solidaridad de la CEI : “un resultado excelente si se piensa que, para realidades análogas, en media la incidencia es del 40%, con un mínimo del 20% y hay casos en los cuales algunas instituciones – no digo nombres – tienen para el propio funcionamiento nada menos que el 70% de los fondos que reciben”; cfr. 30 Giorni , 2005, n.7/8, p.42.
(11) “ No es solamente con las prédicas que se convierten las almas, sino también con el trabajo. Y si en tantas familias del San Bernardino ha entrado el Evangelio, no es por las prédicas del Párroco de San Miguel, ustedes me entienden, sino porque han visto a los curas trabajar. El pueblo quiere ver la realidad! No es entonces solamente el cura con la estola al cuello el que puede hacer el bien, sino también el cura que trabaja” ; Parola 5b, 231.
(12) La expresión, acuñada por Don Terzi, indica “la excepcional conección entre vida interior y apostólica”, vivida y propuesta por Don Orione; cfr I. Terzi, La nostra fisionomia nella Chiesa , Tortona 1984, p.187. El tema está profundizado por mí en el cuaderno n° 77 de Messaggi di Don Orione .
(13) Cfr. Nel nome della Divina Provvidenza. Le più belle pagine, p. 142.
(14) Vita consecrata 82. Concepto tomado del n. 83: “ La Iglesia admira y agradece a las personas consagradas que, asistiendo a los enfermos y a los que sufren, contribuyen de manera significativa a su misión”. Similar valor evangelizador se atribuye a la presencia y al compromiso de los religiosos en el campo educativo; ns. 96-98.
(15) Es un tema repetido en la enseñanza de Don Orione. “ Es una práctica adquirida por nosotros unir siempre a la obra de culto una obra de caridad. ”; Scritti 53, 39. “ Estamos en tiempos en el cual si ven al cura solamente con la estola no todos le están detrás, pero si en cambio ven alrededor de la sotana del cura a los viejos y a los huérfanos entonces los arrastra... la caridad arrastra... La caridad mueve y lleva a la fe y a la esperanza. ”; Riunioni 96. “ Trabajo, trabajo, trabajo! Nosotros somos los hijos de la fe y del trabajo. Y debemos amar y ser los apóstoles del trabajo y de la fe”, Scritti 82, 73. “Vigilen que seamos no sólo gente de estola, sino también de cuchara de albañil, es decir un poco práctica ”; Scritti 20, 244. Tiremos la cáscara histórica de estas palabras, pero el fruto es bueno y fresco.
(16) Scritti 31, 21.
(17) Puede ser de útil lectura mi Carta circular “ Cuáles obras de caridad? ” del 29.8.2005 (Atti e comunicazioni 2005, n.2, p. 111-130) donde el interrogante se refiere a la calidad espiritual y apostólica de las obras y las orientaciones de Don Orione y del reciente Capítulo general del 2004 para elevarla .
(18) Lettere II, p.227.
(19) Lettere II, 463.
(20) Lettere I , p.367.
(21) Scritti 1, 90.
(22) Scritti 4, 23.
(23) Scritti 32, 242.
(24) Cfr. Progetto orionino delle opere di carità , p.56.
(25) Scritti 20, 97b.
(26) Lettere II, 463.
(27) Cfr Lettere II, 264-265; Lo spirito di Don Orione VII, 133.
(28) Apuntes de enero de 1939; In cammino con Don Orione 324-327.
(29) Parola V, 368.
(30) Scritti 61,114.
(31) Parola VIII, 195-196.
(32) Riunioni 95; Scritti 100, 195.
(33) Riunioni 130; Don Orione lo definió “ un desprejuiciado, que no puede ver ni quiere saber nada de religión ” ( Parola IX, 425); después llegó a ser un generoso bienhechor del Pequeño Cottolengo de Génova.
(34) Scritti 4, 280.
(35) Discurso de Benedicto XVI a los participantes a la Plenaria del Pontificio Consejo «Cor Unum», 1.3.2008.
(36) Deus caritas est , 40