PASOS HACIA ORIENTE

Nuevas tierras y nuevas presencias de la Congregación.
PASOS HACIA ORIENTE
Nuevas tierras y nuevas presencias de la Congregación
Don Flavio Peloso
Un habitante de cada dos vive hoy en Asia, Continente aún en fuerte crecimiento demográfico, donde los cristianos, con la única excepción de Filipinas, son una pequeña minoría, aunque significativa y muy estimada.
Sobre todo a partir del “Sínodo para Asia” de 1998, el Papa Juan Pablo II y los Pastores de la Iglesia han invitado a mirar hacia Asia y a favorecer el encuentro con Cristo de aquellas antiguas y gloriosas culturas.
También la Congregación esta mirando a Asia y dando los primeros pasos hacia Oriente: Filipinas, India y ahora Korea. Como Don Orione se dirigió al Continente latino-americano en las décadas de los 20 y 30; como la Congregación se abrió a Africa, a partir de los años 70 y después llego a los Países del Este de Europa, a partir de la caída del régimen comunista (1989), así, últimamente, confiando en la Divina Providencia y en la generosidad de los Cohermanos misioneros, esta iniciando un dialogo con los pueblos del extremo Oriente.
NUEVA COMUNIDAD EN CHANGWON, KOREA DEL SUD
El 2 de febrero, fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo y fiesta de la Vida Consagrada, un sencillo pero importante acontecimiento ha tenido lugar en Changwon, ciudad costera de Korea del Sur: la incardinación de una comunidad orionista en esa nación asiática.
Con la firma de un “acuerdo” con el Obispo de Masan, Ahn Myeong Ok, la Congregacion orionista ha sido acogida en Korea del Sur. En la reunión, en el obispado de Masan, estaban presentes, además del Obispo, el Vicario general, Lee Hyeong Su y el responsable diocesano de la Pastoral caritativa, Joseph Kwak; conmigo estaban Malcolm Dyer, superior de la Delegación Misionera de lengua inglesa, y los dos cohermanos coreanos, Bernardo Seo Young-Tae y Andrea KIM Tae Gun.
Durante la ultima década la apertura en Korea ha sido, al principio un “deseo” y a continuación un “proyecto” dentro del cuadro de desarrollo de la Congregación en Asia, después de la apertura en Filipinas e India. Ahora se ha convertido en “realidad”. Después de los contactos personales y de la primera prueba explorativa del 2006-2007, ahora los dos cohermanos coreanos Bernardo Seo Young-Tae y Andrea Kim Tae Gun y el clérigo de bieloruso Yury Prakapiuk forman la primera comunidad orionista en Korea.
La jornada del 2 de febrero empezaba –con 8 horas de diferencia horaria respecto a Roma y 14 respecto a Nueva York- con una Misa presidida por el Delegado, Malcolm Dyer, en el pequeño piso de la Comunidad. Estábamos sólo nosotros cuatro religiosos pero hemos hecho nuestra simple “procesión de la luz” y hemos celebrado alrededor del pequeño altar de la Comunidad. “La Presentación de Jesús en el Templo nos recuerda nuestra presentación a Dios como consagrados” ha dicho Don Malcolm, “y este día será recordado también por la presentación a la Iglesia en Korea de este pequeña comunidad que inicia un camino de servicio a los más pobres”
A las 10’30 tuvo lugar el encuentro en el Episcopado. El Obispo Ahn Myeong Ok ha confiado a la Congregación la Asistencia y Pastoral de Emigrantes, muy numerosos en Changwon, ciudad industrial de más de un millón de habitantes, en condiciones de vida de pobreza y necesitados de ayuda. Por el momento la actividad de nuestros religiosos se desar-rollará en los locales de un centro social de la Diócesis, pero pronto habrá que buscar otra sede.
Después de la firma del Acta de Incardinación ha tenido lugar la bendición de la nueva “casa religiosa” dedicada a María “Madre de la Divina Providencia”; se trata de un piso en el bloque de viviendas populares n. 114, de 23 pisos, en el Barrio de Sapa-dong.
Comentaba yo durante el breve rito de bendición: ese sencillo piso es a la vez, algo especial: porque en él hay un altar, la presencia de Jesús en la Eucaristía, el Icono de la Virgen, procedente de Rumania y bendecido por Benedicto XVI, y porque ahí vive una Comunidad de Consagrados. Los párrocos de ese sector de la ciudad han amablemente acompañado el rito de bendición de la casa y han participado a un ágape fraterno de carácter coreano.
Changwon constituye una nueva obra de carácter orionista, para los más pobres, una nueva experiencia de la parábola de la Divina Providencia. Agradecemos a los Cohermanos que son los protagonistas, a la vez alegres y sacrificados, de esta Obra.
DE KOREA A LAS ISLAS FILIPINAS
En Korea hemos visitado algunas Instituciones: un Centro de rehabilitación de la Diócesis, el Hospital “Fátima” y el Centro social dirigido por la Benedictinas de Sor Caridad.
El 4 de febrero, Padre Malcolm y yo hemos abandonado Seúl y Korea, a 8 grados bajo cero, para dirigirnos hacia Las Islas Filipinas con su caluroso clima tropical. Continuamos en esta Nación nuestra visita al Oriente asiático para animar y sostener la vida de nuestros religiosos misioneros y el desarrollo de nuestra Congregación.
A Filipinas, la Congregación llegó en el mes de octubre de 1991. Ahora hay 10 religiosos, dos Comunidades y dos lugares de actividad: Payatas, con una gran parroquia de gente pobre y numerosas actividades de carácter socio-caritativo; y Montalban, con un Pequeño Cottolengo y un Seminario. Desde hace unos 5 años están también en Payatas las “Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad” que se ocupan sobre todo de los niños y de apoyo en el campo sanitario.
LA PRIMERA PROFESION PERPETUA
En la Iglesia parroquial “Madre de la Divina Providencia” de Payatas, el dia 7 de febrero, el religioso Richard Maguad ha emitido la Profesión Perpetua.
En la homilía he recordado el sacrificio, la generosidad y las muchas dificultades encontradas por la misión orionista en Filipinas, simbolizados en el sacrificio de su propia vida por parte de Don Luigi Piccoli (+1992) y de Don Angelo Falardi (+1997).
La alegría ha sido grande porque Richard es el primer joven filipino que llega a la Profesión Perpetua y constituye un estímulo en el camino para todos. Acompañando a Richard estaba el bonito grupo de 14 seminaristas, tres de ellos Postulantes y próximos Novicios. Ese mismo día el P. Anderson volvía de una campaña vocacional con la noticia de 12 jóvenes candidatos a entrar el próximo año en el seminario. Para completar la fotografía de familia, estaba también el grupo de nuestras Religiosas con la Consejera general Sor María Priscila.
El día precedente, en la capilla del Seminario de Montalban, había conferido los Ministerios a Antonio Eucinei, John Castillo y al mismo Richard Maguad. Me venían ganas de reír cuando yo, italiano, tenía mi homilía en portugués para que el Hno. Eucinei, brasileño, pudiese traducir al tagalo para que pudiesen entenderme los filipinos. Así es la Iglesia. Así es la Congregación hoy.
VISITA A LUCENA
Lucena es una ciudad junto al mar, Capital de la Provincia de Quezon. Sus 236.390 habitantes (censo del 2007) están repartidos en 33 baranggays o circunscripciones. Esta situada a menos de 200 Kms. de Manila pero se necesitan 4 horas de viaje en coche. La carretera es buena pero atraviesa muchos pueblos y pequeñas ciudades donde estás obligado a circular despacio. Además complican el tráfico los muchos jeepnyes (jeep-taxi) y trycicles (motos-taxi) que circulan lentamente con movimientos y paradas imprevistos.
La Diócesis fue constituída en 1950. Ahora cuenta con 36 parroquias y 92 sacerdotes. El Obispo (desde el 2002) es Mons. Emilio Z. Márquez. La Diócesis está bien organizada, cuenta con Seminario Mayor y Menor, 19 escuelas, un hospital, una emisora de radio y un Diario. No hay ninguna Comunidad de religiosos varones en la Diócesis.
Con esta Diócesis había habido contactos anteriores en vistas a la posible apertura de una Comunidad orionista en ella. El 8 de febrereo, llegamos a Lucena a las 11’30 y me acompañaban el P. Malcolm Dyer, el Hno. Antonio Eucinei y el P. Martín Mroz. Nos dirigimos al Centro Pastoral de la Diócesis, en la periferia de la Ciudad, donde están ubicados la casa del Obispo, la casa del Clero, los Despachos Pastorales y el Seminario Mayor. Los sacerdotes diocesanos están reunidos en retiro espiritual y los vemos dirigirse de la sala de reuniones a la iglesia para la concelebración con el Obispo.
El Obispo se nos acerca cordialmente y nos invita a acompañarlos en la celebración eucarística. Al inicio de la celebración nos presenta y somos acogidos con un aplauso por parte de los sacerdotes. El primer encuentro con la diócesis tiene lugar en una Celebración Eucarística, con el Obispo y con todo el Clero.
Después de la Misa, la mesa. El Obispo quiere estar con nosotros durante la comida y se entretiene alternando tagalo, inglés, italiano (7 años estudiando en Roma) y también algo de español. Se percibe que hay un buen “feeling” entre el Obispo y sus sacerdotes. “Muchas vocaciones no son aceptadas porque los jóvenes no pueden pagarse los estudios, -nos dice el Obispo-. Hemos constituído una Fundación precisamente para recaudar fondos para ellos”.
Después de la comida el P. Ramil, Secretario del Obispo, y el P. Edwin, encargado de las escuelas de la Diócesis, nos acompañan a Pagbilao, una población de 60.000 habitantes a media hora de Lucena. Junto a la monumental iglesia parroquial, de estilo colonial, y al antiguo convento franciscano, surge la escuela dedicada al “Santo Niño Jesús” que el Obispo desearía entregar a la Congregación. La estructura es pobre y reducida a lo esencial; tiene 460 alumnos distribuidos en Kínder, Pre-escolar, 6 clases de Escuela Elemental, 8 grupos de los 4 años de Escuela Media. Nos dicen que es una escuela que necesita apoyo. No tiene deudas pero las cuotas de los estudiantes son bajas, los salarios bajos y el nivel didáctico también bajo. Además el párroco, que es el encargado de la dirección de la escuela, no piensa seguir interesándose de ella.
Saludamos a los alumnos de algunas clases, hacemos alguna fotografía y volvemos al Centro Pastoral de Lucena. Nos acompaña nuevamente el Obispo. “La dirección de la Escuela puede ser una actividad, pero por si sola no justifica la presencia de una Comunidad orionista”; hacemos referencia a nuestro carisma de ayuda a los más pobres como signo de la Caridad de la Iglesia.
El Obispo comprende. Nos invita a visitar un área de población muy abandonada. Nos acompaña en nuestro coche y, atravesada la ciudad de Lucena, nos dirigimos a la periferia, hacia el mar. La nueva iglesia de San Rafael queda a la derecha, llegamos a Dalahikan, un barangay de 21.302 habitantes (censo del 2007).
Nos explica que se trata de un gran conglomerado de gente inmigrante y pobre, la mayoría de ellos pescadores. Había una capilla pero quedó abandonada porque ningún cura del clero diocesano quería hacerse cargo de ella. A unos tres kilómetros ha sido construída una nueva iglesia parroquial pero ahora aquella gente está sin sacerdote y sin cuidado pastoral.
Aquel lugar nos hace recordar a Payatas: calles estrechas, pequeñas casas y chabolas una pegada a la otra, desorden, mucha gente y muchos niños por todas partes. Sólo el olor dominante es distinto. No es el del basurero de Payatas sino el típico olor de los ambientes de pescadores.
Con dificultad nuestro coche se va abriendo camino por una vía muy estrecha y con mucho movimiento que se estrecha cada vez más. Llegamos delante de una capilla miserable. En la fachada, en muy malas condiciones, se puede aun leer: “Parroquia de San Rafael”. Echamos una ojeada al interior a través de la reja de la fachada. Llega poco después una señora con la llave y entramos en la iglesia. Hay poco que ver: una gran sala baja y vacía con dos o tres viejos bancos, un crucifijo, algún dibujo descolorido en las paredes. Pasamos a lo que debía ser la sacristía y salas adyacentes. Todo en muy malas condiciones por el abandono.
“Esta es la iglesia y esta podría ser la casa para la Comunidad”, nos dice el Obispo. “Aquí nos sentimos como en casa. Todo se parece a la Payatas de los primeros tiempos”, dice el P. Martin. “Aquí esta todo por hacer –continua el Obispo- Esta gente está completamente abandonada. Muchos residen aquí de modo permanente pero muchos también llegan a la ciudad y vienen a residir aquí hasta que logran encontrar un trabajo o un lugar mejor. Podría convertirse en parroquia. Aquí podrían desarrollar las actividades que deseen”.
A 100 metros de la capilla hay un pequeño embarcadero para los pescadores con muchas pequeñas casitas construidas a lo largo de la costa en forma de palafitos. La gente nos mira y sigue en sus tareas. Sólo algún niño se acerca un poco a nosotros.
El Obispo estaría dispuesto a ofrecernos, en propiedad, la capilla y la casa, asegurando que las hará restaurar antes de que lleguen los religiosos. La fantasía de la caridad enciende nuestro diálogo e ilumina los ojos de todos. La experiencia nos rinde prudentes y realistas: “Es verdad, el espacio aquí es pequeño y no apropiado para la residencia de una Comunidad y para organizar alguna actividad.” El Obispo añade enseguida: “A no mucha distancia hay un terreno de 5 hectáreas, donado a la Diócesis. Había un criadero de peces. Si sirve se podría disponer también de este terreno.”
Volvemos al coche. El Obispo se maravilla por nuestro interés ante tanta pobreza y necesidad que, en vez, habían asustado a otros. Nosotros observamos su sorpresa. Quizás está viendo una posible solución para dos problemas que le interesan mucho: la escuela de Pagbilao y la gente abandonada de Dalahikan.
“VAMOS A VER QUE CARTA ESCONDIDA NOS TIENE PREPARADA EL SEÑOR”
Durante el largo viaje de regreso, solo en el avión, miraba a menudo al mapa de vuelo proyectado en la pantalla. Veía la línea roja que indica el recorrido del avión pasar sobre varias naciones asiáticas. Filipinas, Korea, India: “Ahí está ya Don Orione”. ¿Y en otras naciones a lo largo del recorrido… Vietnam, Japón, China, Rusia?
Don Orione miraba hacia Oriente. Ya estaba en Palestina. En 1927 fue invitado a China: “Tenemos invitaciones para abrir dos casas nuevas en China; quien nos llama es un Obispo y el mismo Mons. Celso Costantini, Delegado Apostólico en China.” En otra carta decía: “China antes era inaccesible, ahora la muralla del imperio celestial ha caído. Japón estaba cerrado para los extranjeros; ahora ya no; los pueblos se han acercado entre sí… También Tíbet tendrá que abrirse pronto a la civilización.”
Citaba a menudo al P. Matteo Ricci y a su trabajo de inculturación en China. Conocía los problemas de las naciones asiáticas, entre ellos “la nacionalización de la religión -China, Japón, India- donde el Gobierno ha nacionalizado la religión. Recordaba que un tal “P. Odorico da Pordenone viajo por toda Asia, con un recorrido mayor que el Marco Polo.” Ponía el ejemplo del “Obispo Mons. Luigi Versiglia di Oliva Gessi, misionero en China”, después mártir y santo.
El 20 de octubre de 1934, enseguida después del Congreso Eucarístico de Buenos Aires, escribía a Don Enrico Sciaccaluga: “He dado mi palabra, pero no hemos llegado aun a un acuerdo, a propósito de una misión nuestra en Filipinas, donde hay, según me contaba un Obispo, mucha necesidad y gran miseria”
Don Orione soñaba. Pero no sólo; se informaba y se preparaba. Presenta “el Instituto del Divino Salvador para las Misiones en el Extranjero, que está aquí en Roma, en Via Sette Sale, 22, donde se forma, para Dios y para la Iglesia, un prometedor y joven grupo de nuestros clérigos y de aspirantes… Sobre todo se preparan para China y para Oriente.”
Poco pudo hacer Don Orione por Asia. ¿Y nosotros hoy? Algo se está haciendo.
Con Don Orione decimos también nosotros: “Vamos a ver que carta escondida nos tiene preparada el Señor”.