Don Orione faceva appendere una pagnotta di pane alla statua di San Giuseppe. E raccontò perché.
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Giuseppe, è l'uomo giusto e fedele (Mt 1,19) che Dio ha scelto per essere custode della Santa Famiglia di Nazareth. Fu sposo della beata Vergine Maria e fece da padre a Gesù, il Figlio di Dio fatto uomo, provvide con amore e sacrificio al bene della famiglia. La Chiesa venera San Giuseppe come patrono della Chiesa universale, modello dei papà.
Nelle case di Don Orione, c’è una devozione speciale a San Giuseppe come colui che provvedere al pane, come intercessore della Divina Provvidenza.
Fin dai tempi di Don Orione si è soliti mettere una pagnotta appesa al collo della statua di San Giuseppe. la statua del Santo patriarca con il pane appeso al collo, per ricordare l’episodio successo a Tortona.
Ascoltiamo l’episodio raccontato da Don Orione il 18 marzo 1938.
«Agli inizi, in momenti in cui non avevamo pane, non avevamo niente, fu san Giuseppe a venirci incontro. Però solo quell'anno pareva che il caro san Giuseppe non volesse venirci in aiuto. Venne infatti il mese di marzo, ed eravamo in grande bisogno di denaro: momenti molto penosi, e ci raccomandavamo molto a san Giuseppe, che è invocato come amministratore, meglio come provveditore delle case, così come fu provveditore della sacra Famiglia.
Invece di venire gli aiuti, venivano i creditori a farsi pagare. Io non me ne potevo proprio liberare. Un giorno eravamo proprio senza niente. Il portinaio, allora, era il nostro Zanocchi, arrivato solo da qualche mese. Si era all'antivigilia della festa!
Il portinaio viene su di corsa e mi dice: "C'è un signore che vuole parlarle". "Ma chi è? È un creditore?". "Non lo conosco". Non è il macellaio? Il lattaio?". "Non lo so". "Non l'ho mai visto". "Sta attento bene che non sia qualche creditore!".
Scendo le scale in fretta e mi trovo davanti ad un signore modestamente vestito e con una barbetta bionda. Quel signore mi dice: "Lei è il superiore'? Qui c'è una somma!", e tirò fuori una grossa busta.
Allora, gli chiesi se dovevamo dire delle Messe: "C'è qualche beneficenza da fare?".
"No, no!", rispose. "Non c'è niente. C'è solo da continuare a pregare!".
Io non l'avevo mai visto. Mi guardò un istante e, salutandomi con un inchino, se ne partì in fretta. Avrei voluto trattenerlo ma quella presenza e quelle parole mi avevano come incantato. Quel signore fece alcuni passi; uscì dalla porta, scese il gradino, ma poi non lo si vide più, né a sinistra né a destra, né sotto i portici né in chiesa; in cortile c'erano solo i ragazzi.. Si mandarono immediatamente due di essi per cercare di lui, ma inutilmente.
Venne poi monsignor Novelli e gli si raccontò ciò che era successo. Egli disse: "È san Giuseppe, è veramente san Giuseppe, che ha voluto confortarvi!". Noi, in verità, sempre si credette che fosse san Giuseppe.
Questo fatto sia tramandato sempre in riconoscenza a san Giuseppe per quella provvidenza straordinaria. E ho creduto bene di parlarne, perché anche voi, dopo questo bel periodo di anni passati, vogliate ancora ringraziarlo con me». (Parola 18 marzo 1938)
Da allora, in segno di riconoscenza, Don Orione fece sempre mettere e tenere fresca una pagnotta di pane al collo della statua di San Giuseppe. E così si fa nelle case della Congregazione.
EL PAN DE SAN JOSÉ
José es el hombre justo y fiel (Mt 1,19) que Dios escogió para ser el custodio de la Sagrada Familia de Nazaret. Fue el esposo de la Bienaventurada Virgen María e hizo de padre de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre. Proveyó con amor y sacrificio al bien de la familia. La Iglesia venera a San José como patrón de la Iglesia universal, y es modelo para los papás.
En las casas de Don Orione, hay una devoción especial a San José como aquel que provee del pan, como intercesor de la Divina Providencia. Desde los tiempos de Don Orione es costumbre poner una pequeña hogaza de pan colgada del cuello de la estatua del Santo Patriarca para recordar aquel episodio ocurrido en Tortona.
Escuchemos el episodio contado por el mismo Don Orione el 18 de marzo de 1938.
«En los inicios, en los momentos en que no teníamos pan, …no teníamos nada, fue San José quien vino a nuestro encuentro. Pero en aquel año parecía que el querido San José no quisiera venir en nuestra ayuda. Llegó precisamente el mes de marzo, y teníamos una gran necesidad de dinero: eran momentos muy angustiosos, y nos encomendábamos mucho a San José, que es invocado como administrador, mejor como proveedor de las casas, así como fue porveedor de la Sagrada Familia.
En vez de llegar la ayuda, venían los acreedores para que les pagásemos. Yo no podía librarme de ellos. Un día estábamos propiamente sin nada. El portero era por entonces nuestro querido Don Zanocchi, que llevaba sólo unos meses con nosotros. ¡Y era la antevíspera de la fiesta! El portero llegó a la carrera y me dice: "Hay un señor que quiere hablar con usted!". "Pero ¿Quién es? ¿Es un acreedor?". "No lo conozco". ¿No es el carnicero o el lechero?". "No lo sé". "No lo he visto nunca". "¡Mire bien que no sea ningún acreedor!". Desciendo las escaleras deprisa y me encuentro delante de un señor vestido modestamente y con una barbita rubia. Aquel señor me dijo: "¿Es usted el superior? ¡Aquí tiene una suma de dinero!", y sacó un grueso sobre. Entonces le pregunté si teníamos que decir algunas misas: "¿Tenemos alguna beneficencia que hacer?". "¡No, no!", respondió. "No hay nada que hacer. ¡Sólo continuar rezando!".
Yo no lo había visto nunca. Me miró un instante y, saludándome con una inclinación, se fue deprisa. Hubiese querido entretenerlo un poco pero aquella presencia y aquellas palabras me habían dejado como encantado. Aquel señor dio unos pasos; salió por la puerta, bajó el escalón, pero después ya no se le vio más, ni a la derecha ni a la izquierda, ni bajo los pórticos ni en la iglesia; en el patio estaban sólo los muchachos… Se mandó inmediatamente a dos de ellos para buscarle, pero fue inutil.
Vino después Monseñor Novelli y se le contó lo que había pasado. Y él dijo: "¡Era San José, era verdaderamente San José, que ha querido confortaros!". Entre nosotros verdaderamente siempre creímos que fue San José.
Este hecho fue siempre contado como reconocimiento a San José por aquella providencia extraordinaria Y he crído oportuno hablar de ello, porque también ustedes después de este buen puñado de años pasados, quieran aún agradecerlo conmigo». (Parola, 18 marzo 1938)
Desde entonces, como signo de reconocimiento, Don Orione hizo poner y tener un pan fresco colgado en el cuello de la estatua de San José. Y así se hace en las casas de la Congregación.
