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Messaggi Don Orione
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Nella foto: Varsavia: Convegno di studi su

Apuntes para el encuentro de los Grupos de Estudios Orionitas.

ORIGEN, ORIGINALIDAD E INCULTURACIÓN

DE LAS OBRAS ORIONITAS

 

ENCUENTRO DE GRUPOS DE ESTUDIOS ORIONITAS
Don Flavio Peloso, 5 de junio de 2024
Traductor: Facundo Mela

 

PREMISAS

El “carisma de fundación”, por su naturaleza evangélica y dinámica espiritual, es único y católico y se lo encarna históricamente con modalidades múltiples y fieles.

Origen y originalidad del carisma están estrechamente conectados y forman la identidad encarnada.

Comparto algunas características de la originalidad de las obras de caridad establecidas por Don Orione en el origen, útiles para la nueva y fiel inculturación de las obras orionitas hoy.

 

La obra de caridad es de la ciudad y no sólo para la ciudad

Es sabido que Don Orione quería llamar estas instituciones con el nombre de la ciudad en la cuales estaban insertas: Pequeño Milanés (1933), Pequeño Cottolengo Genovés (1934), Pequeño Cottolengo Argentino (1935). Puede parecer un detalle, pero indica la identidad. Con ese adjetivo buscaba expresar la pertenencia y el destino de la Obra: la ciudad, la sociedad. El adjetivo “milanés, genovés…” fue verdaderamente calificativo de la obra, en el sentido que surgió del interés y el amor factico de tantos de amigos y benefactores de Milán, Génova, Buenos Aires… y ligado al tejido social y eclesial de la ciudad.

El Pequeño Cottolengo no debía ser entendido como una obra filantrópica privada, de la Iglesia. Don Orione y la Congregación son los gestores (los changarines de la Divina Providencia), pero la titularidad de la obra es la de la ciudad y de la sociedad que debe pensar en sus hijos y ciudadanos más vulnerables. Por ello es GenovésMilanés, Argentino, Chileno, Paulista… Quería que la ciudad y la gente experimentasen la responsabilidad y la belleza de proveer a sus propios hijos más necesitados, enfermos, ancianos, desamparados, los pequeños, las categorías más pobres y descartadas. Entendía que fuera una obra en la ciudad y más aun de la ciudad y de la iglesia local, ligada al tejido social y eclesial.

El Pequeño Cottolengo, así fue concebido y establecido, es una obra eficaz de caridad cristiana hacia aquellos que acoge y, juntos, contribuye a la elevación social de la ciudad.

Para decir cuando es milanés, genovés o argentino el Pequeño Cottolengo, más allá de la Divina Providencia, bastaría recorrer la lista de los protagonistas humanos. Encontramos siempre nombres de arzobispos, obispos, autoridades eclesiásticas locales que sentían como “suyo” el Pequeño Cottolengo. Y después se encontraban implicados activamente las personalidades religiosos y civiles del ambiente que contribuye ante todo con su estima publica y luego con propias competencias profesionales y económicas. ¡Qué listas de los más bellos nombres encontramos en la historia inicial y sucesiva de las Obras de Milán, Génova y Argentina!

Son ciertamente también recordados los humildes, laboriosos y buenos religiosos/as orionitas: aquí su importancia varia, porque fueron determinantes algunas figuras fundamentales en la organización, pero humildes religiosos y hermanas fueron “fundamentales” para encarnar la caridad, la Providencia, la entrega sacrificada.

 

Toda obra orionita tiene una misión religiosa y civil

En una carta al contador Sala de Milán, del 31 de marzo de 1938, Don Orione desarrolla un importante pensamiento respecto a la identidad del Pequeño Cottolengo.

El Pequeño Cottolengo será como una aldea de la caridad, a las puertas de Milán. Pero no quiere ser una simple obra de asistencia para los bebés, para los enfermos, para los ancianos achacado, los no aptos para trabajar, etc; sino que será el centro desde el cual, como batallones volantes, partirán sacerdotes, religiosos, misioneros y misioneras del pueblo, que acudirán a socorrer, especialmente en la periferia de Milán, a los pobres, a los desahuciados, a todos aquellos que tengan necesidad de una ayuda material y de un consuelo espiritual para no perder la fe en Dios y en los hombres, resolviendo así el gran problema religiosos y social de la periferia, donde se juntan todas las miserias”.

El Pequeño Cottolengo no es solamente una simple obra de asistencia para los bebés, para los enfermos, para los ancianos achacados, los no aptos para trabajar, etc; sino que será el centro desde el cual (...), partirán sacerdotes, religiosos, misioneros y misioneras del pueblo, que acudirán a socorrer, especialmente en la periferia de Milán, a los pobres, a los desahuciados, a todos aquellos que tengan necesidad de una ayuda material y de un consuelo espiritual para no perder la fe en Dios y en los hombres.[1]

Escribiendo de la Colonia Agrícola de Cuneo en el Boletín, Don Orione afirmaba: “Para aquellos que aún no nos conocen, es bueno que sepan que esta no es solo una obra de fe y de beneficencia, y que el Instituto de Cuneo no es un simple hospicio de huérfanos, sino que también quiere ser, y mucho más, una obra de bien público y social”.[2]

En el 1908, Don Orione abrió una parroquia en Roma, “en la Patagonia a las afueras de la Puerta de San Juan donde está todo por hacerse”, como le dijo Pío X. Pero es interesante ver como impostó las actividades: junto a las de culto puso las de asistencia social: “Con la bendición del S. Padre, también en esta área, que el Divina Providencia nos dio a las afueras de la Puerta de S. Juan, en un vasto barrio obrero, que tiene tanta necesidad, haremos obras de utilidad social, de verdadero bien para la Religión y para el Patria”.[3] Al P. Giuseppe Adaglio – que tenía que preparar el lugar – le recomendaba que “no se encierren solamente entre la Iglesia y Oratorio festivo” y dió un lista de varias actividades.[4] De modo similar, pensando en el desarrollo del barrio Appio de Roma, escribió: “Con la bendición del S. Padre, también en esta área, que el Divina Providencia nos dio a las afueras de la Puerta de S. Juan, en un vasto barrio obrero, que tiene tanta necesidad, haremos obras de utilidad social, de verdadero bien para la Religión y para el Patria”; 105, 39.

Don Orione escribe a los cohermanos de San Paolo (Brasile): “Quiero que el P. Mario (Ghiglione) no se acurruque, que no se cierre en sí mismo, ni se limite a las funciones de la Iglesia. Afronte como párroco, no solo en la iglesia, sino también en la vida social de la parroquia; salga afuera, cumpla su misión también afuera edificando a todos”.[5]

Diversas son las naciones, pero idéntica es la directica de Don Orione. En Argentina: “Avellaneda es el centro industrial y comercial más grande de la Argentina, son casi todas fábricas, y por ello es el centro de obreros más grande; la mayor parte socialistas y peor. Nosotros estamos justo en el medio... no te puedo decir que contento estoy que la Divina Providencia me haya conducido a abrir una casa de caridad y de renovación social cristiana en el corazón del socialismo y del comunismo argentino. Ahora entiendo porque Dios me hizo abrir el noviciado en San Bernardino”.[6]

¿Hoy, los “afuera”, es el destino/misión civil y religioso de las obras en el territorio es solamente una visión o también realidad??

Genéricamente hablando siempre hay una incidencia buena de las obras: “algo pasa siempre”, también a través de las paredes y las puertas cerradas. Pero inculturar y gestionar una obra orionita significa gestionar y proyectar una misión civil y religiosa.

¿Hemos tomado algunas decisiones de “rumbo” para navegar por las aguas, algo turbias, turbulentas y desordenadas, de la realidad civil que nos rodea?

¿Cuánto la obra corresponde a su origen y originalidad de “faro de la fe y la civilización” en las nieblas cada vez más densas del secularismo ateo?

Jesús con su gran simplicidad señalo: “No se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo” (Mt 5,15-16). Este a todos, a todos social, este “fuera de la sacristía” fue sentido y querido enérgicamente por Don Orione como pasión apostólica y como pasión social.

Recordemos que el “fuera de la sacristía”, entendió generalmente para la pastoral parroquial, era por Don Orione también aplicado a las obras de la caridad educativa y asistencial. En nuestro tiempo es necesaria una nueva evangelización y también una nueva civilización. ¿Cuál será la contribución de “nosotros, aunque mínimos”? Asumiendo personal e institucionalmente (con las obras) una actitud “misionera”, culturalmente extrovertida, “con paso apostólico”.

El Papa Francisco en el discurso al Capítulo General del 2022, recordando el slogan de Don Orione, nos dijo: “Hagámonos la señal de la cruz y arrojémonos confiados en el fuego de los tiempos nuevos para el bien del pueblo”. ¡Hay que tener valor! Por favor, que el fuego no permanezca solo en su hogar y en sus comunidades, ni siquiera solo en sus obras, sino que puedan “arrojarse en el fuego de los tiempos nuevos para el bien del pueblo”.[7]

 

Toda obra es tridimensional: educativa, asistencial, pastoral

Es sabido que la obra más típica y expresiva de Don Orione y de su carisma fue y es el Pequeño Cottolengo. No es sólo la realización más expresiva, sino que es también la más paradigmática, por ello es que todas las otras obras deben inspirarse y confrontarse con ella. Naturalmente, pensando.

Los Pequeños Cottolengos de Milán, de Génova y de Claypole fueron ideados e impostados, incluso estructuralmente, según los criterios inspiradores de Don Orione, en dialogo con personal con los arquitectos que los proyectaron y realizaron.

El Pequeño Cottolengo Argentino fue pensado y realizado, mientras Don Orione estaba en Argentina con los arquitectos Cuomo y Gallardo,[8] como “ciudad de la caridad”, con amplios espacios, rodeado de verde.

El Pequeño Cottolengo Milanés fue concebido y realizado con el arquitecto Bacciocchi con forma de un grande “monasterio de la caridad,[9] como los antiguos y grandes monasterios salvaron la fe y la civilización de Europa en los “siglos oscuros”, con ambientes para varias actividades de culto, educación y asistencia para los indigentes y enfermos.

Incluso el Pequeño Cottolengo Genovés (un complejo edilicio vetusto y ya construido) fue igualmente impostado y pensado por Don Orione con esta identidad de unidad polimorfa destinada para diversos componentes humanos, con actividades religiosas, asistenciales, educativas. Se beneficio de la colaboración de competentes amigos genoveses y del Prof. Domenico Isola en particular.[10]

Es importante tener en cuenta aquí es que en los Pequeños Cottolengo de los comienzos, a pesar de la gran diversidad de estructura, organización y componentes humanos y actividades, estaban presentes las tres formas de la caridad asistencial, educativa y pastoral. Estaban los lugares y los servicios de la actividad asistencial, pero también escuelas y actividades educativas, normalmente estaba presente la parroquia u otras estructuras pastorales (una iglesia pública, santuario).

Esta es la originalidad y la fuerza civil y religiosa del Pequeño Cottolengo, una obra paradigmática de todas nuestras obras: “¡Mucho más que la «lanterna» que está en la escollera! El Pequeño Cottolengo serà un faro gigantesco que difundirá su luz y su calor de caridad espiritual y corporal”.[11]

Debe decirse que incluso en los Pequeños Cottolengos que vinieron después de los primeros tres fundados personalmente por Don Orione, encontraron lugar personas y actividades apostolado asistencial, pastoral y educativo. Ellos son los de San Pablo, Curitiba, Florianópolis (Brasil), Córdoba, Asunción (Paraguay), Rancagua y Santiago de Chile, Bonoua (Costa de Marfil) y otros, otros.

¿Qué indicación hay para aquellos que se proponen mantener las obras orionitas en la originalidad (origen) propia en el proceso continuo de inculturación, adaptación y modernización?

Toda obra, sea educativa, sea asistencial, sea pastoral-parroquial, aun dedicándose a su tarea específica y principal, para tener entereza y originalidad orionita debe tener y expresar concretamente las otras dos dimensiones. Mientras que allí donde ya hay presencia de instituciones de diverso tipo y dinámica, es necesario actuar para que estén integradas, sean complementarias y colaboren en la única missio civil y religiosa.

 

Toda obra está llamada cuidar sea “el servicio de calidad” y sea los “primeros auxilios

Otra característica de la originalidad de la experiencia orionita, en el origen y hoy, es la presencia conjunta y la sinergia de las dinámicas, distintas entre sí, del “servicio de calidad” y de los “primeros auxilios”. Es claro que cada obra se ocupa principal e institucionalmente de uno (servicio de calidad) u otro (primeros auxilios), pero una dinámica no excluye la otra, de hecho, se retroalimentan mutuamente. Dado que nuestro carisma se expresa “a través de las obras de caridad”,[12] mirando al futuro, es decisivo que las obras estén en consonancia con la originalidad que une el servicio de calidad y los primeros auxilios de primera necesidad para los desprovistos.


El servicio de calidad

En los países con un sistema educativo-asistencial estatal desarrollado y con una legislación muy compleja, las instituciones de los religiosos se dedican a un servicio calificado, frecuentemente con contratos y también “desnaturalizada” por el Estado y por su legislación inspirada en la ética laicista y relativista dominante. En estas condiciones, las obras de los religiosos están justificados si son una alternativa/propuesta de valores y calidad de servicio (humanismo cristiano) y testimonio evangélico

Hoy, existe una gran necesidad de instituciones que sean alternativas a la degradación ética, en los conceptos y en la práctica de los valores esenciales del hombre y la sociedad y la expresión del humanismo cristiano. ¿Qué pasa si la sal pierde el sabor? ¿Qué pasa si nuestras obras perdieron la calidad por la cual solamente se justifican? “¿Somos nosotros siempre la sal de la tierra y la luz del mundo?” se preguntaba Don Orione en medio de la consternación y el lamento social de Italia de los años ‘20.

“Lo que sucedió aquí y en otro lugar, no es más que la consecuencia lógica y el fruto de la descristianización que se va esparciendo en nuestras masas populares, todo lo que era el patrimonio ideal y moral del pasado, y ha fomentado aspiraciones inquietas, bajas ambiciones y odio profundo” ". “La situación - agregada Don Orione - debe servirnos para hacer un buen examen de la conciencia. ¿Qué hemos hecho por la gente? ¿Somos siempre la sal de la tierra y la luz del mundo?”

Y esto dirige a una respuesta práctica: “Honramos nosotros a la Iglesia con obras de virtud, de sacrificio y de caridad, y somos servidores de Jesucristo en sus pobres, en los desamparados y en sus miembros más enfermos y abandonados”.[13]

Hasta hace una década atrás, bastaba abrir una obra asistencial o una escuela y ella era inmediatamente una obra caritativa. Hoy, no es más automático que una obra asistencial, social o educativa sea ipso facto una obra caritativa-apostólica. De hecho, hay obras asistenciales y educativas que son “como todas las demás” y por distintas razones casi no tienen calidad y significado apostólico. Hay obras con una alta customers satisfaction o social appeal en criterios de eficiencia y de opinión pública, pero sin civil (= humanismo cristiano) y apostólica.

Hoy se necesita mucha convicción espiritual y cohesión de gestión para dirigir el rumbo de nuestras obras entre reales e ideales. Un buen capitán de barco se ocupa no solo de la instrumentación a bordo, del funcionamiento de los motores, de la comodidad de la infraestructura, de los suministros ... pero sabe mantener el rumbo y el clima interno de la tripulación y los pasajeros.


Los primeros auxilios

Existe otro aspecto en el contexto en que se ubican nuestras comunidades y obras orionitas que se debe tener en cuenta. En base a las estadísticas globales, a relevamientos reales y que también son evidentes por conocimiento directo de quien está en medio de le gente, es bien sabido que también en los países de amplio bienestar (siempre más circunscripto a pocos), hay gran necesidad de bienes primarios (comida, casa, salud, educación etc).

En países, donde incluso hay una buena previsión social (welfare) a nivel legislativo, de hecho, con la disminución de la responsabilidad y la financiación, crecen los desamparados, los “sin pan” y los “sin techo”, estos los hijos de la Divina Providencia. Don Orione se sintió interpelado por ellos (“los más pobres”) y les quería “dar con el pan del cuerpo, el bálsamo divino de la fe”.

En muchas de nuestras obras están surgiendo pequeñas iniciativas, a las estructuras de ayuda, nuevas modalidades no institucionalizadas para los desamparados, para los hijos de la Divina Providencia, los privilegiados de Jesús, de Don Orione. ¿Hacemos lo suficiente o podemos hacer más hoy por aquellos que no tienen providencias humanas familiares o sociales y que tiene necesidad de la Divina Providencia?


Sinergia

En el origen, Don Orione promovió obras de servicio calificado y contemporáneamente – frecuentemente en el mismo lugar – obras de primeros auxilios, también pobres, de ayuda de bienes básicos.

Esto sucedió desde el origen de la congregación y es original de las obras orionitas y, por lo tanto, ha de ser inculturado hoy. Mirando las acciones y enseñanzas de Don Orione, se descubre que el servicio calificado y el de primeros auxilios van unidos con elecciones prácticas de las circunstancias y posibilidades.

Esta sinergia original tiene un gran valor humano-apostólico, pero también estratégico-gestionable. Muchos brotes (a veces inesperados, rotos, frágiles) de las nuevas actividades de primeros auxilios han surgido en base a la planta de instituciones sólidas o cerca de ellas. Algunos de estos brotes, con el tiempo, se han vuelto robustos y se han vuelto una planta. ¿Se perciben los nuevos brotes (nuevas obras, simples y pobres) como una parte vital de la institución y no solo como retoños? Además de ser útiles para aquellos que viven en los estratos más bajos de la sociedad, en algunos casos, si se cultivan, ¿serán el futuro de la planta que envejece? En resumen, las actividades de primeros auxilios fueron y deben estar en el cuidado normal de la comunidad y la institución de servicio de calidad.

Por último, si es necesario, también debe recordarse que una sala de primeros auxilios para los out cast y out cost previsional debe buscar lo antes posible de ir más allá de la lógica de la limosna (comida, ropa, techo ...) para alcanzar la calidad y promoción de personas. También en este caso, la sinergia entre el servicio de calidad y los primeros auxilios conducirá a establecer conexiones útiles para superar la mentalidad de asistencialista.

 

Conclusión

Las obras de caridad, en el origen y de acuerdo con su propia originalidad, se pueden entender bien a la luz del núcleo esencial de su carisma y fin apostólico: “llevar a los pequeños, a los pobres, al pueblo a la Iglesia y al Papa, para instaurare omnia in Christo, y ello mediante las obras de caridad”.[14]

Como Don Orione mismo explicó: “Me parece que la caridad, incluso la más humilde y la más modesta, es la fuerza más popular de defensa de la verdad católica; también así se muestra que la iglesia todavía está viva, incluso en el campo social y aun fructífera como una fuerza benéfica.[15]Hoy en día, muchos vuelven a Dios a través de las instituciones de beneficencia, de caridad y de elevación social; ellos son conquistados a la fe por las obras de bondad y verdadero progreso”.[16]

Hoy, la acción para la elevación social de los pequeños y los pobres es requerida en un contexto que no sea de socialismo, sino de una cultura débil que ha hecho estallar el relativismo ético y el individualismo de las costumbres que dan como resultado mismo, la pérdida de dignidad de la persona, la decadencia moral y civil, el empobrecimiento económico de grandes sectores de la sociedad, la masificación sometida de las ganancias y el dinero. En la sociedad actual económicamente selectiva, el mismo desafío que enfrentó la iglesia italiana en el tiempo de Don Orione, el de la proximidad y la solidaridad con los pobres, con personas humildes, con las muchas categorías humanas tratadas como “descarte[17] a quienes ofrecerles “esa fe divina, práctica y social del Evangelio, que le da al pueblo la vida de Dios y también el pan”.[18]

 


[1] Carta del 31 de marzo de 1938; 75, 123-125. Este núcleo de pensamiento también aparece en una impresión que reproduce la fachada del Pequeño Cottolengo Milanés; 115, 164. Scritti, 75, 124. Se trata de una carta de cuatro páginas en la que Don Orione traduce los ideales en un proyecto práctico para el Pequeño Cottolengo.

[2] Scritti 1, 90.

[3] Scritti 105, 39.

[4] Scritti 4, 23.

[5] Scritti 32, 242.

[6] Carta al P. Carlos Sterpi del 3 de julio de 1935, Scritti 118, 114. Por “noviciado” entendía la experiencia en el “barrio rojo” de Tortona.

[7] Discurso del Santo Padre Francesco a los participantes del Capítulo General de la Pequeña Obra de la Divina Providencia (San Luis Orione), Sala Clementina, viernes, 27 de mayo de 2016.

[8] Recuerdos de Luis (1935 – 1937) por los arquitectos Enrique A. Cuomo y Ángel León Gallardo, Arquitectos del Pequeño Cottolengo Argentino, en Archivo Don Orione (Roma). Hicieron también una publicación: Don Orione nuestro amigo, Victoria, 1967.

[9] Francesca Stroppa, Mario Bacciocchi e il progetto del Piccolo Cottolengo, in Don Orione e il Piccolo Cottolengo Milanese (1933–2013), Artigianelli, Brescia 2015, 149–218. Pero también para Milán Don Orione pensó inicialmente a un “Villaggio” extenso. Al ya citado Contador Sala le escribió el 31 de marzo de 1938: “Es urgente construir nuevos pabellones y, antes que nada, asegurar el terreno circundante, para no nos quedemos, mañana, atrapados, encerrados en un círculo que evite el desarrollo seguro de la institución benéfica”; Scritti, 75, 124.

[10] Domenico Isola, dejo su pensamiento y testimonio en algunos libros: La mia spada di guerra, Ed. San Giuseppe, Tortona, 1947; Post nubila phoebus, Ed. Il Giovane Italiano, Borgonovo Val Tidone, 1955; Singulti e sorrisi. Bozzetti di vita del Piccolo Cottolengo Genovese preceduti da una breve istoria dell’Istituto di Paverano, Scuola Tipografica San Giuseppe, Tortona, 1960. Recientemente fue edita la biografía de Giuliana Arena, Dopo le nubi, il sole. Don Orione e il dottor Domenico Isola: un’al-leanza per il bene, San Paolo, Cinisello Balsamo, 2022.

[11] Scritti 5, 341.

[12] Por “obras de caridad” Don Orione entendía toda la vasta gama de instituciones y actividades señaladas por a Don Orione en corolario del famoso Capítulo I de las Constituciones de 1936 y las otras que “según las necesidades de países y tiempos (…) más adecuadas”.

[13] Autógrafo y borrador de impresión en Scritti 118, 133

[14] Es la fórmula carismática del fin de la congregación, que él utilizó en el texto fundamental del Capítulo I de las Constituciones de 1936; cf. Sui passi di Don Orione, 295-298.

[15] Scritti 94, 202.

[16] Scritti 97, 154.

[17] Evangelii Gaudium 53 y 95. El Papa Francisco, en el 2009, entonces arzobispo de Buenos Aires, dijo a los Orionitas: “Ustedes tienen que salir con el carisma que lo fundaron a las periferias existenciales, allá donde la existencia de las personas es materia de descarte. Ustedes saben que están en este sistema que es mundano, paganizado: están los que caben y los que sobran; los que no caben en el sistema sobran, y los que sobran son descartables. Esas son las fronteras existenciales. Allí tiene que ir ustedes”, en “Atti e comunicazioni della Curia generale”, 2013, n.241, p.103-105.

[18] Scritti 104, 85.

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